Dejen que los curas cojan en paz. (O sobre el plebiscito del amor)



Por estos días, los EEUU están dando un paso trascendental: Los sacerdotes se estarán quedando sin inmunidad frente a los tribunales comunes y las relaciones con Roma adquirirán el carácter de puramente diplomáticas sin que alguna extraña razón sobrenatural medie entre ellas. Ahora, hasta el ministro de los ministros, el infalible, el inmaculado, podrá sentarse en el banquillo de los acusados para responder a la justicia, a nuestra justicia, a la justicia de los que aún no sabemos cómo nos va a ir del otro lado el día que la luz se nos apague.


Quizás, la Santa Sede se acuerde que hay algo que se llama democracia y organice algún amotinamiento popular, algún rejunte para pedir que los ciudadanos de EEUU expresen sus opiniones en algún instrumento que poco tiene que ver con las tradiciones vaticanas: La consulta popular, el referendo o el plebiscito. Porque es justo y necesario que la responsabilidad de los sacerdotes frente a los abusos de menores sea plebiscitado.


Por estas latitudes, también se nos hace justo y necesario comenzar a utilizar los instrumentos de participación que la modernidad nos regaló y los argentinos una vez más deberíamos ir a las urnas y preguntarnos con una pregunta que solo se responderá con un sí o con un no. Aquí algunas cuestiones que deberíamos plebiscitar:



¿Está usted de acuerdo con la libertad religiosa?


¿Está usted de acuerdo con la publicidad de los actos religiosos?


¿Está usted de acuerdo con el matrimonio entre personas de DISTINTO sexo?


¿Está usted de acuerdo con que Julio López sea un desaparecido?


¿Está usted de acuerdo con las torturas en los 70?


¿Está usted de acuerdo con que fueron 30mil los desaparecidos?


¿Está usted de acuerdo con el dinosaurio que pidió mandar al fondo del rio a Ginés Gonzales?


¿Está usted de acuerdo con que existan los católicos?


¿Está usted de acuerdo con que Alf coma gatos?



Hay cosas que el estar o no de acuerdo poco importa. Hay cosas que son y ya; sin vueltas. Porque no recuerdo cuando el vaticano plebiscitó la infalibilidad del papa, o cuando el celibato de sus sacerdotes. Es verdad… por aquellos lares la democracia no existe; y la república… bueno, mas o menos… la división de poderes la llaman Trinidad y todavía nunca nadie la vio.


Pero dejando a esta chica de lado, volvamos a nuestras tierras donde la cosa es más humana, che. Pensaba hace un tiempo que quizás la solución a la inseguridad está en no castigar con cárcel sino hacer que los violadores, ladrones y asesinos se canten dos himnos nacionales y tres marchas de san Lorenzo en una plaza pública y ya, y con eso sanarían el daño realizado a la sociedad.







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