Cacerola que no se abolla sirve
para otro puchero. El tema es que hay maneras y hay maneras de abollar una
cacerola, pero lo seguro es que quienes la golpean para dar un golpe es el
único uso que le conocen.
Los cuervos de la cacerola,
aquellos que bocinearon y brindaron festejando la muerte de una persona en 2010,
han vivido el 80% de su vida bajo controles cambiarios, inflación y
restricciones a las importaciones y no corrieron a tocarle la batería de cocina
ni a Martínez de Hoz ni a Krieger Vassena, porque con ellos “se vivía mas
tranquilo”. Pero estos piojos resucitados conocieron la paridad de los 90 y
parece que con ella les vino el alzheimer.
Olvidaron la política, olvidaron
las instituciones, olvidaron a la gente y se preocuparon por las formas. Pero
lo más importante fue que olvidaron que necesitan ser representados. Le
reclaman al gobierno legítimo verdad, justicia indepediente, que responda
preguntas, que elimine las trabas a la compra de dólares, que levante las
restricciones al comercio exterior, que
metan preso a Vanderbroele y a Boudou, que no aumente el inmobiliario rural (el
ABL no les importa) y le reclaman que Palermo, recoleta y Belgrano sean la
República Argentina.
Pero la obviedad se impone y
cuando pretenden cacerolear por la verdad y la justicia, sabemos que en el
fondo se desgarran por el miedo de perder los pocos privilegios que les
quedan. Un error en la logística de
caudales en 2001 se llevó puesto un gobierno con una cuchara de plata y una sartén
de teflón (las conchudas le dicen teflon,
acentuando en la “E”; de England) y hoy pretenden que por un error en la implementación
de un control cambiario pueden llevarse puesto al 54% de los argentinos.
No mamis, ustedes no se llevaron
al gobierno de la Alianza; a Fernandito se lo llevaron los miles y miles de piqueteros que
reclamaban COMIDA. Porque así como la
única iglesia que ilumina es la que arde; la única cacerola que baja gobiernos es la que
está vacía.
Pero insisten en seguir cometiendo el error de
cacerolearle al gobierno. Ese malpensamiento que les dice que si no se sienten
representados por el gobierno hay que pedirle que se vaya. Tal vez deberían buscar en el juego democrático
y hacer sonar sus cacharros frente a la oposición para que de una vez por todas
despierte, los represente y los saque de ese estado de orfandad que sufren pero
que alguna vez le hicieron sufrir a más de la mitad de los argentinos.